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										Pensar el coronoravirus desde la 
										filosofía y no desde noticias pagadas 
										por fondos buitres, cacelorazos y 
										marchas contra ¿el comunismo? si no 
										fuera por la desgracia que estamos 
										viviendo, darían risa. 
										El alma, para Nietzsche, es una 
										interiorización de todo aquello que 
										debería ser exteriorizado. "Todos los 
										instintos que no se desahogan hacia 
										afuera, se vuelven hacia adentro -esto 
										es lo yo llamo una interiorización de lo 
										humano: únicamente con esto se 
										desarrolla en lo que más tarde se 
										denomina 'el alma'". He aquí la 
										condición de posibilidad teórica de la 
										concepción foucaultiana de subjetividad. 
										Concepción a la que Deleuze denomina "el 
										pliegue del pensamiento". Según Deleuze, 
										para Foucault, el sujeto es un pliegue 
										de la exterioridad. El pensamiento no 
										encuentra en sí mismo nada con qué 
										alimentarse; a no ser ese afuera del que 
										procede y en el cual reside justamente 
										lo impensado. El pensamiento, 
										desarraigado de lo otro, no puede pensar 
										nada. La moral, entonces, no surge desde 
										una supuesta interioridad no contaminada 
										con lo exterior. De este modo, el 
										afuera, lo más lejano , es 
										-paradójicamente- lo que conforma el 
										adentro, lo más cercano. 
										El pensamiento se afecta a sí mismo al 
										descubrir el afuera como su propio 
										impensado. Cuando lo lejano es lo más 
										próximo, se constituye el espacio del 
										adentro. Espacio que permanece presente 
										en el afuera y que dibuja la línea del 
										pliegue, interiorizándose. Pensar es 
										plegar, es bosquejar en el adentro los 
										rasgos del afuera; es ondular la 
										superficie de la realidad; es plisar lo 
										exterior en lo interior; es condensar el 
										tiempo pasado y liberar el porvenir; es, 
										además, establecer el presente. 
										¿Qué es más valioso la bolsa de los 
										ricos o la vida de los que se exponen 
										para salvar la bolsa de esos ricos? 
										En Foucault, la inversión del afuera 
										constituye el adentro, el sujeto es un 
										coágulo del exterior. En la 
										exterioridad, en las prácticas sociales, 
										se conforman las objetividades. Ellas 
										interactúan con dispositivos 
										discursivos, con reglas de formación, 
										con palabras. Palabras y cosas nos 
										penetran , nos pliegan, nos subjetivan. 
										Me pliego a mi época y soy un pliegue de 
										la misma, estoy sujetada, lo cual no 
										necesariamente significa que estoy 
										enajenada. El ser libre que soy me 
										permite relacionarme con mi interior 
										mientras me relaciono con el exterior. 
										Existo desde la interiorización de las 
										prácticas y los discursos de mi época 
										pero interactuando con ellos desde una 
										subjetividad que es obra y obrero al 
										mismo tiempo. 
										Soy un ser ético, es decir, puedo 
										establecer relaciones conmigo misma.Y, 
										en función de ello pensar por mí misma, 
										pensar incuso el momento (aparentemente) 
										impensable que estamos viviendo. ¡Ay!, 
										de quienes para pensar necesitan de 
										noticieros y otros medios solventados 
										por los grandes capitales para que 
										desaparezcamos como pueblo y seamos 
										carne de cañón, en épocas de guerra, o 
										muertos sin sepultura para sostener la 
										economía de los millonarios, en época de 
										covid19. 
										Simplemente, y nada menos, hay que 
										seguir pensando y, cuando sea necesario, 
										actuando.  |