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La religión del arte - La religión del arte en el romanticismo -

Novalis - Gérard de Nerval - Baudelaire - Rimbaud - Conclusión -

Gérard de Nerval

Un paso más, dentro del romanticismo, hacia la peculiaridad del arte como religión lo da el romántico francés Gérard de Nerval, quien ha exaltado de un modo notable el papel de la imaginación tanto en la poesía como en la experiencia religiosa. Nerval insiste sobre todo en el factor onírico, el sueño y las visiones en la poesía, los que considera como medios que ponen, en relación con la divinidad que mora en el Inconsciente y en el que el poeta halla sentido último de su exigencia y de su destino redentor. Nerval está convencido de que no hay separación entre el sueño y la realidad, que "la imaginación humana no ha inventado nada que no sea verdadero en este mundo y en los otros, y que no puede dudar de lo que ha visto claramente" Sospecha que en el fondo de las sombras, detrás de todos los velos, tal vez no haya nada, pero esto no ha de desanimar nuestra búsqueda. Nerval aspira a transformar su propia vida en un mito que solucionaría el drama metafísico y daría fin a sus tormentos personales. "Me lancé dice, a una audaz tentativa. Resolví capturar el sueño y arrancarle su secreto. Por qué, me dije, no forzar al fin esas puertas mísitcas, armado de toda mi voluntad, y dominar mis sensaciones en vez de soportarlas pasivamente... El sueño profundo tal vez sea la prefiguración de la vida eterna... Después de un sopor de algunos minutos comienza una nueva vida, emancipada de las condiciones del tiempo y del espacio y semejante sin duda a la que nos aguarda después de la muerte."

Nerval sitúa el mundo de los sueños profundos en una realidad trascendente, que lleva a la comunicación con el mundo de los espíritus. Decía que sus sonetos "perderían mucho de su encanto al ser explicados, si esto fuera posible, acota, puesto que establecen un enlace con lo sobrenatural". El arte constituye, así, para Nerval una religión mística, a la que se llega por un esfuerzo de la imaginación y en la que la personalidad del artista, que es su verdadera individualidad, halla su justificación en un destino eterno.

El misticismo de los poetas románticos pretende a veces ser también un conocimiento contemplativo de lo divino, mediante una penetración en el misterio del Inconsciente por obra de la poesía. Tanto para Novalis como para Nerval la realidad del sentimiento religioso es anterior al arte humano. Otro tipo de romanticismo encontramos en Baudelaire y en Rimbaud, cuya poesía ya no aspira a ser un conocimiento de lo divino. Son poetas que, no obstante poseer el pensamiento de un misterio penetrable, más bien son agnósticos y tienden en consecuencia a crear un mundo de belleza independiente de la fe religiosa. Experimentan un vacío insondable en la interioridad del hombre, pero no consienten en llamarlo con una suprarrealidad extraterrena, sino con un orbe estético que se manifiesta en la claridad de la conciencia. La religión del arte radicaría para ellos, como para Flaubert, en la tarea del artista que confiere el valor supremo a una belleza indisociada del mundo sensible. El éxtasis, para estos poetas, se da en un contacto puramente humano, sin que esta experiencia suprema dé acceso a un orden sobrenatural.