DECADENCIA, PRESAGIOS Y
EGON SCHIELE
Egon Schiele, es en mi subjetiva apreciación, uno de los más
intensos expresionistas que se haya pronunciado en el mundo del
arte.
Una existencia complicada, plena de infortunios, escándalos,
presagios y dolores, que no sólo él transitaba, sino, que debieron
afrontarlo también tantos jóvenes que pretendían decirlo todo a
través del arte.
Nace en 1890. Año en que Van Gogh se suicida. Rodin cumplía 50 años
y aún seguía “luchando” denodadamente para que se lo reconociera.
Sufría la intolerancia de los franceses hacia su obra.
En el caso de Schiele, pareciera ser que el sentimiento de orfandad
que lo acompañó durante gran parte de su vida, no encuentra
justificación en el ámbito artístico, que esperó tantos años para
decidirse a aceptar la obra de este inmenso, que, como tantos otros,
preanunció el mundo que estaba por llegar.
Schiele vivió apenas 28 años.
Muere en el mes de noviembre de 1918, cuando ya se había desatado la
primera guerra mundial, durante la cual fue movilizado, en 1915, con
destino en Praga.
De Klimt recibió apoyo material y una notoria influencia, pero, para
Schiele la protección del maestro fue muy importante, protección que
duró hasta 1918 en que Klimt muere a principio de año, o sea, unos
meses antes que Schiele.
La influencia que recibió, podemos extenderla a Vincent Van Gogh y a
Tolouse-Lautrec, pero, será a partir de 1910, con apenas veinte años
que Schiele comienza a desarrollar su personal estilo, así como
también su característico y reducido universo temático.
Resumía su filosofía diciendo “todo está muerto en vida” y fue
partícipe de la crisis que se anunciaba para el mundo, como se puede
ver en su obra, que, salvo en algunos momentos, apenas concede un
lugar a los goces de la vida.
Claro, al mismo tiempo que Munch, Kierkegaard, Broch, Freud, él no
podía estar ajeno de la concepción del mundo que tenían esos
contemporáneos suyos. El pesimismo que impregna su pintura, responde
al espíritu de la época, que, reitero, desembocó en la primera
guerra mundial con todo lo que eso significó para el mundo.
Se intenta relacionar a la obra de Schiele con una concepción
misógina, incluso, con las teorías de su compatriota Otto Weininger
(suicidado a los veintitrés años), que expone en su obra Sexo y
carácter, pero, en mi sentir, no acepto esa relación. No veo en la
obra de Schiele ningún componente misógino.
Tal vez, habría que indagar en su relación con la locura y la muerte
de su padre, enfermo de sífilis, una pésima relación con su madre y
el ambiguo vínculo con su hermana Gerti, que algunos historiadores
proponen como incestuosa, para intentar comprender la compleja
personalidad de Schiele, a quien se ha catalogado como un eterno
adolescente.
Dije en alguna oportunidad que el cómo y el por qué, es algo que no
modifica la obra de ningún artista.
En Schiele hay que hablar de la esencia de su arte, basado en una
técnica extraordinaria, en su visión del mundo para expresar temas
universales como la soledad, la angustia, o el sufrimiento en
diferentes formas.
Un dibujante excepcional, con un profundo dominio de la línea, y una
composición audaz para abordar el encuadre, que tal vez, pueda tener
un correlato en Degas, pero no me animo a afirmar esto que digo.
Fue expulsado de la Academia por sus constantes disputas con sus
profesores y esto parece ser que le costó el retiro de la ayuda
económica de su tutor, un tío llamado Leopold Czihaezeck y es así
que Schiele entra en la indigencia, cosa que no lo acobarda. Gustav
Klimt será, luego, quien lo ayude económicamente, a la vez que
consiguiéndole encargos de diseños.
Por ese tiempo, realiza un viaje a Trieste, en compañía de su
hermana Gerti, escenario de la luna de miel de sus padres. Su
hermana accede a posar desnuda para él.
Conoce a un crítico influyente, Arthur Roessler, en quien encontrará
amplio apoyo.
Klimt, lo invita a exponer junto a él en la Kunstschau de Viena y es
así que Schiele se va introduciendo en el mundo cultural vienés.
Por 1911, después de exponer en la galería Miethke de Viena, se
instala en Krumau, lugar de nacimiento de su madre. Va en compañía
de Valerie Neuzil, quien hasta 1915, año de su movilización durante
la guerra, será su fiel compañera y modelo.
La vida de Schiele, puede calificarse como “desordenada”. Por lo que
recibió la abierta hostilidad de sus vecinos, a tal punto que
tuvieron que mudarse de Krumau y pasar a Neulengbach, un pueblo
tranquilo, y allí, una vez más, el escándalo: en abril de 1912, por
la denuncia de un oficial retirado, que lo acusó de seducir a su
hija, una menor que posaba para él, lo encarcelan. Finalmente es
exculpado, pero, por unos dibujos que el juez puede observar, lo
condena por la difusión de arte pornográfico. Este episodio marcó
profundamente a Schiele, quien no dejó de sentirse incomprendido y
lo interpretó como un atentado a su libertad creadora.
La existencia de este artista, me resulta como una de las más
apasionantes del expresionismo. Considero, al mismo tiempo, que su
obra es de una originalidad superlativa.
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